Nuestro Padre celestial nos envía problemas frecuentes para probar
nuestra fe. Si nuestra fe tiene algún valor, resistirá la prueba. El brillo
falso tiene temor del fuego, pero no el oro. La joya de imitación teme ser
tocada por el diamante, pero la verdadera joya no tiene temor de la prueba. Es
pobre la fe que solo puede confiar en Dios cuando los amigos son verdaderos, el
cuerpo está con plena salud y los negocios son lucrativos, pero es verdadera la
fe que se sostiene por la fidelidad de Dios cuando los amigos se han ido,
cuando el cuerpo se enferma, cuando el espíritu se deprime y cuando la luz del
rostro de nuestro Padre está oculta. Una fe que puede decir ante un terrible
problema: “Aunque él me mate, seguiré
esperando en él” (Job 13:15), es una fe nacida en el cielo.
El Señor aflige a sus siervos
para que lo glorifiquen, pues Él es glorificado en gran manera en las alabanzas
de su pueblo, que son la propia obra de sus manos. Cuando el “sufrimiento produce perseverancia; la
perseverancia, entereza de carácter; la entereza de carácter, esperanza”
(Romanos 5:4), el Señor es honrado por esas virtudes crecientes.
Nunca conoceríamos la música del
arpa, si las cuerdas se dejan sin tocar; ni disfrutaríamos el jugo de la uva,
si no se pisan en el lagar; ni descubriríamos el perfume dulce de la canela, si
esta no se muele y sacude; ni sentiríamos el calor del fuego, si los carbones
no estuvieran completamente consumidos. La sabiduría y el poder del gran
Jornalero se descubren por las pruebas que permite que atraviesen sus vasijas
de misericordia. Las presentes aflicciones tienden también a intensificar el
gozo futuro. Debe haber sombras en el cuadro para sacar a relucir la belleza de
las luces. ¿Podríamos ser tan soberanamente bendecidos en el cielo si no
conociéramos la maldición del pecado y la aflicción de la Tierra? ¿No acentuará
el recuerdo de los sufrimientos pasados el trabajo del glorificado?
Hay muchas otras respuestas
agradables a la pregunta con la cual abrimos nuestra breve meditación,
meditemos sobre ellas durante todo el día.
Charles
Spurgeon
No hay comentarios:
Publicar un comentario